miércoles, 31 de agosto de 2011

Ensayo sobre el porqué no soy un escritor (o divagaciones literarias incoherentes a las 2:39 am)


Es extraño estar en un punto determinado de la vida y detenerse por un segundo a mirar para atrás.. contemplar uno a uno los recuerdos que quedaron mas fuertemente impresos en nuestra memoria.

A ello se une un cierto grado de especulación sobre la forma y orden en la que ocurrieron (que no necesariamente es una imagen fiel de lo realmente sucedido), su interpretación y su significancia, sin embargo creo que a uno se le concede éste privilegio por el papel de juez y parte que jugamos en esta historia.

Siempre admiré la literatura de Borges y de Kafka, soñé con escribir cuentos cortos que lograsen capturar la angustia que Kafka nos transmitía en sus escritos, crear en mi mente un mundo habitado por una burocracia infinita una especie de vida que transcurriese en una especie de reductio ad absurdum (absurdo?).

Pero la verdad es que nunca lo hice, quizá fue porque siempre imaginaba fantásticos principios para cada cuento, pero nunca logré hilvanar una historia coherente con un final digno de ser escrito (remarco el posible sesgo en la forma en que cuento ésta historia).

Así que mejor decidí entrar en la academia, quizá mis aportes puedan ser mas valiosos en éste lugar del mundo, (que a veces puede tener algo de burocracia infinita) ((amo usar paréntesis para intercalar pensamientos mientras escribo)) y dejar el oficio de escritor amateur para los momentos de ocio e inspiración, que cada vez son más escasos e infrecuentes.

Alguna vez escuche decir que Neruda comparaba el oficio de un escritor como el de un obrero, el cual se perfeccionaba mediante una constante práctica. Yo siempre imagine la literatura como un flujo, un devenir constante de ideas, sin un orden necesariamente lógico, una especie de aleatoriedad proveniente de la conciencia, pero quizá ahí radica la diferencia entre las personas que dedican su vida a escribir, y nosotros los que amamos leer, que devoramos las palabras e historias de escritores viajeros con nombres extraños, pero somos incapaces de escribir un solo texto coherente.

Siguiendo con el tema del sentido, creo que éste ejercicio es sumamente ilustrativo de mi forma de escribir, empiezo por un tema, luego paso a otro y luego me encuentro en medio de una especie de telaraña sin mucho sentido inherente. Quizá ello sea reflejo de alguna característica particular de mi vida, pero prefiero no iniciar cavilaciones que desvíen mi línea de pensamiento nuevamente.

Sábato murió, admirado por muchos por la calidad de sus obras literarias, pero personalmente admiro mucho más su genialidad, de tener una exitosa carrera como físico nuclear, abandonó toda una vida de dedicación académica (y ojo que la física no es cualquier cosa), para dedicarse a su verdadero sentido de la vida, las letras.

Quizá lo único que podría agradecerle a Sábato fue la manera en que logró, a través de sus palabras, que pudiese entrar profundamente en la mente de una persona paranoica-esquizofrénica y observar al mundo desde ese espacio mental.. algo sumamente perturbador y de alguna forma, morbosamente apasionante.

Realmente recomiendo al lector interesado leer su informe sobre ciegos (no recuerdo exactamente el nombre), que se incluye en el libro de “sobre héroes y tumbas” para gozar de esta indescriptible experiencia literaria.

Otro escritor que admiro en ese sentido (aunque afortunadamente no ha muerto) es Murakami. Luego de 40 años llevando una vida probablemente cotidiana, burocrática (creo que me persigue ésta idea) e insatisfactoria, también decide abandonarlo todo y lanzarse a escribir.

Realmente el no lo sabía, no conocía ese don suyo y de alguna forma (sumamente aleatoria) la vida lo llevo a descubrirlo, nuevamente para deleite de nosotros los lectores ávidos que gozamos de buena literatura.

Quizá algún día yo decida dejar la mediocridad y escribir.. o quizá tan solo siga leyendo y viviendo dentro de ésta hermosa burbuja.