jueves, 5 de diciembre de 2013

Redes sociales

Últimamente no siento nada.
Transito por el cotidiano sonámbulo, soy un autómata.

El único estímulo diario que recibo es el de una lucecita, que me avisa que alguien dio una estrellita a la primera idea que pasó por mi cabeza y decidí compartir al mundo (en 140 caracteres o menos). Alguien se tomó la molestia de contestar de vuelta.

Pero es tan solo una adicción a la dopamina.
Un chorrito de endorfinas que juguetea con el cerebro.
Un junkie de la información.

Una droga dura, cuyo estímulo con el tiempo se desgasta, y deviene en mera eyaculación precoz.

Podría hacerlo todo, y opto por hacer nada.

Trato de ignorarlo, pero en el fondo me se letárgico.
Nada más.

A la deriva, en un mar de apatía.