viernes, 5 de octubre de 2007

Despierto (cinco minutos más), bip.. bip.. bip.. ahora sí despierto, imágenes borrosas, fuera de foco; siento el frio de la mañana, mis pies tocan tierra, rompen la burbuja de sueños que es mi cama. Camino despacio, aún es temprano, "te llaman, te llaman, telefono no deja de sonar", pienso en la coyuntura de otro cotidiano, con caracteristicas de quinto piso de edificio burocratico en una gris ciudad latinoamericana.

Miro mi cara en el espejo, va cambiando de colores, de formas, se derrite, se expande, se difunde en el reflejo y por un momento me contemplo desde el otro lado, donde todo se aprecia inversamente, donde las ideas son creadas de derecha a izquierda y los paralelos dejan de tener influencia en estos tropicos, de simultanea vida dulce-amarga.

Me duermo, soles y lunas giran constantemente sobre mi cabeza, incesantemente, mientras pienso en lo que debía hacer ayer (o hace muchos años), a las 00:01 de este tiempo creado por nosotros para hacer la vida tolerable y olvidarnos despertar.

Enciendo una vela; las olas del reflejo de la llama se difunden lentamente sobre la cama y la pared, van disminuyendo conforme se acercan a la ventana. El viento electrizante afuera, choca con las olas de una rojiza madrugada, que desprende el oxígeno combustionado del sol, visto a través de un prisma atmosferico, cuyos colores transformo en palabras, en este ejercicio literario sin sentido, acéfalo, incapaz de aterrizar.

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