domingo, 6 de mayo de 2012

Sobre la percepción del tiempo..

Leyendo a Murakami, me encontré con esta conversación sobre el tiempo:

Al atardecer, cuando se llevaron al padre a la sala de análisis en la camilla de ruedas, Tengo bajó al comedor, se tomó un té y llamó a Fukaeri desde el teléfono público que había allí.
-¿Alguna novedad? -le preguntó Tengo a la chica.
-Ninguna en particular -contestó ella-. Lo mismo de siempre.
-Tampoco yo tengo nada que contarte. Hago lo mismo cada día.
-Pero el tiempo pasa.
-Cierto -dijo Tengo. El tiempo avanzaba día a día. Y lo que pasa ya nunca puede volver atrás.
-Hace un rato apareció un cuervo -comentó Fukaeri-. Un cuervo grande.
-Ese cuervo viene todas las tardes a nuestra ventana.
-Hace lo mismo cada día.
-Eso es  -dijo Tengo-. Igual que yo.
-Pero él no piensa en el tiempo.
-Los cuervos no tienen por qué pensar en el tiempo. Los únicos que poseemos la noción del tiempo debemos ser los humanos.
-Por qué.
-El ser humano concibe el tiempo como una línea recta. Como si fuera un palo largo y recto en el que tallara muescas. En plan: aquí delante está el futuro, aquí atrás el pasado y ahora nos encontramos en este punto. ¿Lo entiendes?
-Quizás.
-Pero, en realidad, no es una línea recta. Carece de forma, en todos los sentidos. Pero como nosotros somos incapaces de concebir algo sin forma, por conveniencia lo imaginamos como una recta. Los seres humanos somos los únicos que podemos transponer de ese modo los conceptos.
-Pero quizá nos equivocamos.
Tengo reflexionó sobre lo que acababa de oir.
-¿Quieres decir que quizá nos equivocamos al concebir el tiempo como una línea recta?.
Fukaeri no respondió.
-Claro, es posible. Quizás el tiempo no sea en absoluto una línea recta. a lo mejor tiene forma de donut retorcido -siguió Tengo-. Pero el ser humano seguramente lleva miles de años viviendo de esta manera. Es decir, siempre ha actuado bajo la premisa de que el tiempo es una línea recta que se extiende hasta el infinito. Y hasta ahora nunca se ha detectado algo que lo refute o lo contradiga, así que, en base a las leyes empíricas, debe ser correcto.
-Las-leyes-empíricas -dijo Fukaeri.
-Después de someterla a numerosas pruebas, se puede determinar si una premisa es correcta, si funciona o no en la realidad.
Fukaeri permaneció callada. Tengo no sabía si lo había entendido.
-¿Estás ahí? -preguntó para asegurarse de que seguía al aparato.
-Hasta cuando te vas a quedar -preguntó Fukaeri sin entonación interrogativa.
-¿Que hasta cuándo me voy a quedar en Chikura?
-Sí.
-No lo sé -se sinceró Tengo-. Lo único que puedo decirte es que voy a quedarme mientras sea necesario. Y ahora mismo lo es. Quiero ver como evolucionan las cosas durante un tiempo más.
Fukaeri volvió a quedarse callada. Cuando se callaba, todo indicio de su existencia desaparecía.
-¿Estás ahí? -volvió a preguntar Tengo.
-No pierdas el tren -le advirtió Fukaeri.
-Tendré cuidado -dijo Tengo-. No voy a perderlo.



 
 

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