viernes, 22 de junio de 2012

de noche, salgo a cazar la bestia

De noche,
salgo a cazar la bestia,
tomando varios tragos de aquel alcohol espeso, amargo, esa aguardiente voraz que inflama de valentía el espíritu, me armo del coraje necesario para salir a cazar.

El campo de batalla puede ser cualquier territorio, sea físico, mental o espiritual y yo me acerco sigilosamente entre el silencio ensordecedor de la madrugada.
Una vez ahí, en el lugar de encuentro, me paralizo ante el terror de lo desconocido (que suele ser tan seductor y familiar, el más claro espejo de mi soledad) y temeroso me siento ante esa bestia que es la hoja en blanco, que es el pasado, que es el futuro que me gusta imaginar;
miro a la bestia directamente a los ojos, e intento seducirla lentamente, con remedos de palabras, con fragmentos de libros que han quedado en mi cabeza, con versos védicos, con artilugios literarios;
cuando ello no funciona, le recrimino mi frustración, le escupo, le grito, la maldigo, la profano.

pero sobre todo escribo incansablemente, bajo el resguardo de aquella anestesia liquidámbar, le escribo toda clase de versos lacónicos, verborreas sin sentido, lugares comunes, experiencias sexuales sin parangón, insultos, halagos, poesías y anti-poesías.

y siempre el resultado es el mismo, construyo y deconstruyo aquella bestia, pero nunca logro atraparla, hacerla mía, y noche tras noche regreso derrotado, vencido en una batalla que ni siquiera pude iniciar.

aún así cada noche salgo de nuevo a cazar esa bestia, la que encuentro en tu mirada, la que está en las páginas en blanco, en el apego a futuros inalcanzables, en los laberintos inextricables que son mis pensamientos y emociones.

siento que ante todo, es una lucha necesaria, una lucha que para mi es alimento, una lucha que siempre valdrá la pena intentar.

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