sábado, 2 de junio de 2012

Proclamación para los días de lluvia

Decidimos atrincherarnos en nuestra cama.

Solemnemente proclamamos que en los días de lluvia nos negaríamos a salir de la cama, y nos convertiríamos en navegantes, en viajeros en un mar de sábanas, nos dedicaríamos a contarnos cuentos, a inventar historias sobre un país que fue inundado por la lluvia y se convirtió en millones de islas-camas independientes, en las cuales la gente perdió la noción del tiempo y se dedicó al amor, a hacer el amor, a escribir sobre el amor, a vivir el amor.
Llovió sin parar por años y años, indefinidamente, y así nosotros navegamos incontables lunas, escondidos entre las sábanas, jugando, enrollando nuestras piernas, nuestros cuerpos, hasta convertirnos en uno y olvidarnos de todo lo demás.

Cuando finalmente salió el sol, tuve que despertar. Alistarme para ir al trabajo, leer las noticias, pensar sobre la crisis en Europa, volverme gris como el color de los edificios burocráticos.

A veces te pienso, cuando desde mi ventana veo la lluvia cayendo sobre la ciudad, sentado en la cama y recuerdo haberte conocido en alguna vida pasada, pero hace mucho tiempo que dejaste de estar aquí y yo hace mucho que he olvidado como navegar.

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