lunes, 23 de julio de 2012

La muerte como elección

<<La vida es una espera interminable, cuya única certeza absoluta es la muerte>> pensó.
Vino a su mente un pasaje de un libro que había leído hace mucho tiempo, pero que había quedado grabado permanentemente en él: "El momento de la muerte es algo importante para el ser humano. La manera de nacer no se puede elegir, pero sí la de morir."

Miró por la ventana, y el ajetreo cotidiano de las personas continuaba, el mundo no se detenía, parecía no darse cuenta que para él la vida ya había pasado a ser algo innecesario, distante.

Aún así, contempló detenidamente su cuerpo desnudo, realizando la fragilidad del cuerpo humano, saboreando la solemnidad del momento en el cual se enfrenta a la muerte.

Todo había sido cuidadosamente planificado.
Ingirió las cinco pastillas azules, y se sentó a esperar, como tantas veces había esperado en la vida.
Y así, como una planta que se marchita después de semanas sin agua ni luz, así su cuerpo se marchitó en la soledad de su cuarto débilmente iluminado. Lo único que quedó fue un cuerpo tendido sobre una cama, un simple contenedor de carne y hueso, pero ninguna esencia, ningún rastro de lo que él fue en vida.

Pasados unos días sin que nadie supiera de él, su hermano lo visitó, como habían acordado por teléfono. Al encontrar su cuerpo inerte no se sorprendió, porque ese no era su hermano, era únicamente un cuerpo prestado que alguna vez perteneció a alguien que conoció.

Lo único que encontró aparte del cadáver fue una nota breve:
"He muerto, porque sí, porque lo he elegido conscientemente; porqué no existe libertad verdadera si no se puede ejercer libremente la opción de no vivir."

Nadie lloró, no hubieron lamentos, porque fue ante todo una decisión respetable, una muerte honesta.


No hay comentarios: